Ocho pesadillas terroríficas de los corredores.


El domingo vi por la televisión cómo sería mi peor pesadilla vuelta realidad. Y no fue una película, fue de a deveras, en las calles de Nueva York, en el maratón más famoso del mundo, observado en vivo por millones de personas alrededor del planeta.

Maratón NY

Daniel Ferreira do Nascimento lideraba la carrera en la Gran Manzana, cuando en el kilómetro 29 apuró incluso más el pasó —que ya de por sí mantenía por debajo del récord de ruta— para hacer escala en uno de esos baños portátiles que tanto nos aterran a los maratonistas; o por lo menos a mí. Cuando entras ahí no es a orinar, sino porque te sentiste mal del estómago y estás a punto de protagonizar una tragedia monumental a ojos de todos.

La pesadilla recurrente

Me causó un asombro cercano a la angustia ver entrar al baño al brasileño y que poco después cayera fulminado por el sobreesfuerzo, la humedad, la temperatura y lo temerario (tal como colapsó en los Juegos Olímpicos de Tokio) , lo que me llevó a pensar en las pesadillas más terroríficas de los corredores:

Ahí viene…
  1. Que en plena competencia o en una distancia te den ganas de ir al baño, y no necesariamente a hacer pipí, porque, como quiera, el short puede acabar mojado y nadie lo nota.
  2. Lesiones previas a una carrera que te impidan participar después de tantos entrenamientos y de la ilusión. A veces se llora más de la tristeza que de dolor.
  3. Eventos inesperados durante la ruta que te lleven a abandonar: ampollas, calambres, agotamiento, malestar, deshidratación o, Dios no lo quiera, un infarto.
  4. Dar vueltas en la cama la noche antes del evento, lo cual sucede especialmente en los maratones, y contar cuántas horas te van quedando de un sueño que nunca llega sino hasta que casi suena el despertador.
  5. Olvidar iniciar el reloj en la línea de salida y que se te caiga la estrategia.
  6. Los malos conductores que, más allá de no cederte el paso, te avientan el coche dispuestos a matar. Yo, no obstante mi filosofía live-and-let-live y mi convicción del efecto bumeran de nuestros deseos, sin dudarlo los maldigo y les apunto con las palmas de mis manos para que paguen en esta vida, con creces.
  7. Que una jauría de perros te persiga y no encuentres ni una piedra para defenderte.
  8. Salir a correr con tu pareja y que te empiece a echar bronca: ¡Señoras, señores, salgamos a airearnos, no a discutir!
Pinches perros

Se me van seguramente varias, pero ustedes nunca olviden rezarle a San Bernardino: “San Bernardino, San Bernardino, que siempre encuentre un baño en el camino”.

Estoy en FBTwitter, IG y LinkedIn como @FJKoloffon. Y trabajo en La Novelería y en Koloffon Eureka.

Texto publicado en la columna “Don’t Stop me Now” del periódico El Universal.

Pesadillas de los corredores

comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *