No hay ley absoluta.


Es posible ser un respetuoso del Derecho y simultáneamente atentar contra las leyes de la lógica. Es el caso de Ricardo Aguirre, abogado y maratonista de 40 años, quien en ambas pistas destaca por hacer las cosas a su manera.

Ricardo llega diario a la oficina a las 7:30 AM. Mientras la mayoría de los corredores todavía entrenan a esa hora, Ricardo, con su café al lado, planea las estrategias con las que conducirá los juicios de sus clientes.

Si bien es un estudioso de los códigos y la jurisprudencia, y sus conclusiones las fundamenta en las leyes, el éxito de sus tácticas proviene de su intuición. Y lo mismo sucede cuando se trata de correr: Ricardo completó su octavo maratón de la CDMX el 26 de agosto con 3:11:50, muy distantes a los 4:44:45 que marcó en el primero. Para los ocho se ha preparado solo, de noche, en banda, en su casa, como Dios le ha dado a entender. Si acaso hace las distancias largas en Chapultepec, sin gota de agua. “Pero me hidrato diario, tomo mucha agua siempre”, alega.

Cuenta que, hace diez años, cuando decidió inscribirse a sus primeros 42.195 kilómetros, inmediatamente después bajó de internet un plan de entrenamiento de tres días a la semana, sin cuestas, ni intervalos, ni velocidad, ni fuerza. Tres días de correr a la semana determinado tiempo y punto.

Para su segundo maratón añadió uno y al siguiente otro, con lo que llegó a cinco días. Fue hasta el sexto maratón que consiguió bajar de cuatro horas. Entonces intuyó que, si quería mejorar enserio, ahora debía enfocarse en la fuerza y resistencia, y comenzó a entrenar uno de los días con cierto grado de inclinación, otro a hacer sentadillas con mancuernas y, otro, a correr a toda velocidad hasta agotarse tantas veces como pudiera.

Apenas el año pasado que se cambió de casa instaló su corredora en un pequeño cuarto sin ventanas, donde se encerraba un calor terrible. “Casi me desmayó la primera vez, y la segunda, hasta que me acostumbré. Esta vez corrí ahí metido mis distancias, acababa exhausto y empapado, pero pensaba que correr en condiciones adversas me haría el maratón más sencillo. Y sí, nunca imaginé cronometrar ese tiempo, me sentí feliz, que es por lo que corro”.

Yo que sostenía que únicamente con un coach es posible bajar de manera tan dramática los tiempos, hoy asumo que no hay una ley absoluta, ni si quiera la ley de que no hay ley absoluta, y gracias a Ricardo puedo decir que lo que quizás sí hay es una máxima, la de lo genuino: quien no tiene rasgos ajenos a su naturaleza, es capaz de lo que sea.

La primera definición de “genuino” en el diccionario es “legítimo”, cuyo significado, a su vez, es: “conforme a las leyes”. Esta es la historia de Ricardo, abogado y corredor genuino que hace las cosas a su manera.

Y para el anecdotario de las coincidencias, de esas que nunca encontrarán explicación, vaya sorpresa que nos llevamos Ricardo y yo en la mesa del restaurante Decrab Altavista cuando a medio postre le enseñé la copia de trabajo del video del Maratón de la Ciudad de México Telcel: en la parte final, justo donde la cámara enfoca a algunos de los maratonistas en el momento que cruzan la meta, entre los miles y miles que grabamos, de pronto aparece él. “¡No puede ser, mira!: ahí salgo yo!”, me dijo emocionado en lo que yo, incrédulo, echaba unos segundos atrás el video para comprobar atónito que, efectivamente, ahí estaba, de playera anaranjada, levantando el brazo derecho justo cuando otro corredor trata de poner en pie a uno que había caído al suelo (Ver segundo 0:05 del video aquí abajo).  Qué certidumbre me da que a veces la vida sea tan inexplicable.

Twitter: F.J. Koloffon
FB: /FJKoloffon
Contacto: fjkoloffon@fjkoloffon.com
Columna publicada en el periódico El Universal.


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