Plática platónica.


—Me pregunto qué sucedería si mi visión fuese errónea y no existiera nada más que la verdad sabida, la realidad científica en la que los soñadores no tenemos cabida —comentó Maia contrariada—. Me aterra la posibilidad de equivocarme, perder el tiempo en busca de algo que quizás no exista, ser una idealista cuyos ideales y locuras la guíen a perderlo todo. Me aterra que esa magia invisible que me llama, en realidad no exista. Sin duda sería más fácil caminar sobre la línea, ser fiel a la rutina, ser uno más que no replica; aplicada, buena hija de familia. Sería más fácil y me asusta echarlo todo a perder.
—¿Pero acaso la sensación de libertad y de arriesgarte por tu vida no vale el precio? ¿Qué nutre más al espíritu y lo dignifica que pelear por lo tuyo? Cuando se lucha por los sueños no hay guerra perdida. En sí es una victoria caminar sin ataduras, serse fiel de noche y de día, burlarse de los miedos, morir de la risa.
—¿Qué le aconsejarías a un hijo si te dijera que tiene miedo? —me preguntó Maia.
—No sabría exactamente qué decir, aunque probablemente le respondería lo que me gustaría escuchar de mi padre si a él yo le confesara que estoy asustado —le contesté.
—¿Y qué te gustaría que tu padre te respondiera si supiera que tienes miedo? —con Maia resultaba imposible omitir respuestas.
—Que él mismo no tiene la certeza de quién tiene la razón, si los realistas o quienes sueñan, pero que el hecho de que un hombre siga sus ideales lo convierte en el hombre más seguro y feliz del mundo.

(Texto inspirado en la novela “El astronauta terrestre”, a la venta en La Pause Coyoacán, o pedidos a domicilio vía contacto@lanoveleria.com)

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