Una vida de novela.


La vida de toda persona podría ser auténticamente una novela. En todas las casas hay historias llenas de amor, miedo, pasión, infidelidades, soledad, dolor, drama, retos, sueños, fracasos y gloria. Historias de búsqueda, de perdición y reencuentros.

Si bien cada historia es diferente y tiene un propósito específico, también es verdad que todas se parecen en cierta medida. Pero en lo que sin duda son idénticas es en que absolutamente todas tienen un principio y un final que inclusive está escrito antes de su existencia. Ya sabemos cómo comienzan y terminan, así que lo que las hace realmente interesantes es la parte de en medio, ese tiempo entre el nacimiento y la muerte que concede a los personajes la milagrosa posibilidad de reinventarse una y mil veces.

La maravilla de las novelas es que los personajes hacen lo que quieren hacer, el escritor les da la posibilidad de que vivan su vida y eso es lo que a los lectores les cautiva el corazón, porque hacer lo que quieres es precisamente una de las puertas de entrada al amor.

Y si transportamos esto a nuestra realidad y en el día a día hacemos lo que queremos, entonces acabaremos por amar nuestra vida. Y si amamos nuestra vida es más fácil vivir felices con el mundo. Si todos hiciéramos lo que amamos, el mundo sería un lugar mejor.

Por eso es vital que seamos el único protagonista de nuestra historia, meternos en nuestro verdadero papel, en el que nos emociona, en el que realmente nos sentimos dichosos, en el que nos sentimos auténticamente nosotros.

Por eso una buena novela nos apasiona, porque sus personajes, de una u otra manera, son libres y ahí está el punto de conexión con nuestros anhelos. En el fondo, en lo más profundo, queremos ser personajes libres. La única posibilidad que tenemos de aportar algo al mundo es desempeñando nuestro auténtico papel.

Lo maravilloso de las novelas y de la vida es que en cada página podemos renacer, resurgir de lo oscuro, recuperarnos de las caídas y morir día a día en el intento de ser mejores. Por supuesto que no siempre todo es color de rosa, estamos también conformados de partes oscuras y al final el propósito es encontrar la luz.

image

Mi maestra de musicoterapia, Guadalupe Maldonado, dice que para que la magia de una historia surta efectos en la realidad, se necesita lo siguiente:

  1. Una persona que la cuente con el corazón y que la haya vivido.
  2. Una persona que la escuche con el corazón y que la sienta en el cuerpo y en el espíritu con la seguridad de que fue contada para ella.
  3. Creer que es posible.

Si no se cumplen esos tres requisitos la magia no se da. La confianza absoluta es indispensable, pues si existe la menor duda el hechizo se rompe. Quien crea en la magia y siga los pasos al pie de la letra, quedará encantado.

Los cuentos y las historias fantásticas tienen una función curativa y transmiten mensajes mágicos que transportan a estados misteriosos y místicos a quienes creen en lo inexplicable.

Hay muchos dichos populares falsos y muy pocos valientes dispuestos a contravenirlos. Esto se trata de ser el héroe de tu propia historia, escribe la tuya en La Novelería (www.lanoveleria.com).

Comparte:

Una vida de novela. was originally published on FJ KOLOFFON


comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *