Vivimos en una época de confusión. Pocos saben con certeza quién son, qué les gusta, a dónde ir, a quién amar, qué color ponerse, si callar o mejor gritar al mundo. A veces no tenemos claro ni nuestro propio mensaje. No todos tienen la fortuna de entender con claridad su propósito ni de tener una razón de ser.
Lo mismo ocurre últimamente con los tenis. Sí, con los zapatos deportivos, o los famosos sneakers. A algunos tenis se les olvidó el motivo para el cual fueron creados, no saben ya por qué existen.
El fin de semana fui con Regina mi hija a buscar unos zapatos deportivos para su cumpleaños 16. Recorrimos varias tiendas por toda la ciudad en busca de unos Nike Air Jordan, que no es anuncio, pues no hablaré necesariamente bien de ellos. Se trata, mejor dicho, de una historia que me costó mucho creer y me hizo recordar cuando a mis 13 años mis papás me llevaron a comprar mis Reebok Pump, la sensación del momento, pues en la lengüeta les sobresalía una pequeña pelota de basquetbol que servía nada más y nada menos que para inflarlos. Desconozco si en su momento salieron para competirle a los Air Jordan de Nike, o si fue al revés. El caso es que, según yo, hasta ahí había quedado la cosa, 33 años atrás.
Pero no. Resulta que hoy todo mundo quiere unos Air Jordan. ¿Por qué? Porque —según me fueron contando varios encargados de las tiendas que visitamos— en la pandemia algunos influencers (pásenme una pastilla para la alergia que me provocan la palabra y los influencers) subieron historias a sus redes con su par puesto, ¡y boom¡, ¡a las nubes los zapatos deportivos que no son para hacer deporte! ¡Pero si los inventaron para jugar basquetbol! ¡Incluso tienen en la lengüeta la típica silueta de Jordan saltando con su pelotita!
Me quedé con la boca abierta al enterarme que el mismo día de su lanzamiento los modelos se agotan y no vuelven a surtirlos, así que la gente hace filas y lo imposible por alcanzar unos. Tal es la demanda que hay tiendas de reventa donde los precios a veces triplican los originales. Por curiosidad fuimos a una, en la que me llevé la mayor sorpresa del día: unos Nike Air Jordan diseñados por Dior, ¡a 390 mil pesos! ¡390 mil! No podía creerlo y mi incredulidad me llevó a investigar en internet, ¡donde incluso se ofertan en 700 mil! Imagínese con unos de esos: vivir para limpiarles a cada esquina las manchitas con saliva.
Si las personas estamos confundidas, los tenis también.
Por fortuna, y no de aquellas, encontramos unos azul pastel más sencillitos, a un precio razonable.
Estoy en Facebook, Instagram y Twitter. Trabajo en Koloffon Eureka y en La Novelería.
Columna publicada en el periódico El Universal.
