Todo en la vida tiene un principio y un fin, y para nosotros está a punto de cerrarse uno de los ciclos más extraordinarios y maravillosos de nuestras vidas. La aventura empezó hace exactamente un año, cuando un domingo cualquiera mi madre, Olga Lopez de Cardenas, les enseñó un pedazo de periódico a Regina Koloffon y Paula Koloffon, en el que se anunciaba que pronto se montaría ANNIE El Musical en la Ciudad de México. La producción de la obra convocaba a todas las niñas que tuvieran el sueño de ser parte de la obra, a mandar un video cantando una canción de la obra.
Las dos insistieron, y Mayu Arredondo, sólo para cumplirles el deseo y calmarlas, las grabó (con la ayuda de Laura Gonzalez). Para sorpresa de todos, al siguiente día recibimos una llamada: habían pasado el primer filtro y les dieron fecha de audición. Luego las llamaron para el callback y después para un par más de pruebas, hasta que un domingo sonó el teléfono y una voz femenina nos pidió hablar con Regina y Paula. Pusimos el speaker y la familia completa recibimos una noticia mágica:
—Regina y Paula, ¿me escuchan? —preguntó la misteriosa mujer.—Sí, contestaron al unísono ambas, como si hubieran ensayado para la llamada de sus vidas.—Bienvenidas a ANNIE El Musical, son parte del elenco.
Desde entonces han ocurrido puras cosas increíbles, simplemente porque desde el principio mis hijas creyeron con todas sus fuerzas en lo que mas deseaban que les sucediera. Es más, creo que ni se lo cuestionaron, incluso, Paula Koloffon desde que mandó el video dijo con toda certeza que ella iba a ser Molly, la huerfanita más simpática. Y sí.
Regina empezó siendo Kate y —otra sorpresa del destino— meses después se convirtió en Annie (foto: Andrea Pérez Esquivel).
Mayu, yo y Lorenzo (a quien hay que darle también su mérito en esta aventura) hemos visto la obra, fácilmente, unas 75 veces. Y nos siguen los cuatro abuelos (Olga Lopez de Cardenas, Maru Senties, Francisco Koloffon Duncan y Carol AG), con no menos de 40.
Lo mejor de todo es que cada función ha sido distinta, no nos hemos aburrido, hemos disfrutado cada vez que nuestras hijas están ahí arriba del escenario, y ellas —lo mismo que todos los actores que forman parte de esta puesta— se han entregado en cada representación de una manera única, porque podría parecer más de lo mismo, pero cada ocasión que se abre el telón es distinta. Es como cuando abres los ojos al amanecer y ves ante ti una nueva oportunidad, un nuevo día, único e irrepetible, y eso es algo que le agradezco al teatro, esa capacidad de asombro que me despierta cada que estoy sentado en esas butacas atestiguando todo lo que puede suceder si uno lo desea y se aboca a realizarlo.
Por eso, cuando alguien me pregunta que si no me he aburrido, sonrío, respondo que no y en mis adentros me siento afortunado y, especialmente, agradecido de vivir esta experiencia única e irrepetible que está por terminar pero que permanecerá eternamente en todos los que conformamos esta nueva familia de Annie.
Me llena de dicha y felicidad haber compartido este regalo con tanta gente, porque finalmente los momentos más especiales encuentran su sentido cuando son compartidos con la familia, los amigos y la gente cercana.
Hoy viernes 22 de julio a las 8:30 es la última función que da mi Paula preciosa, así que quien no haya visto la obra, todavía tiene un chance. Nos vemos en el Teatro Insurgentes.