Dejar el mundo atrás mientras llueve.


Del sol abrasador pasamos a las inundaciones en cuestión de días. Del calor sofocante nos trasladamos a estos aguaceros veraniegos que reviven los sentimientos más prístinos en quien no teme a una de las formas de contacto más directo con la naturaleza: mojarse bajo la lluvia.

Desde el medio día del domingo no paró de llover, y así amaneció el lunes. A pesar de que llegué temprano, a la hora cuando suele haber mayor afluencia de corredores, el circuito estaba prácticamente vacío. ¿Por qué será que le tememos tanto al agua con lo fascinante que puede ser dejar el mundo atrás mientras llueve?

Corredora en la lluvia

Cuando menos en este país, desde niños nos hemos acostumbrado a guarecernos de la lluvia, a huirle. Hay que ser todo un valiente para desafiar a los papás y llegar a casa batido de la cabeza a los pies en lodo por haber jugado hasta el final, sin importar el chubasco.

Niños enlodados

Yo no pertenecí a ese grupo selecto de rebeldes en mi infancia, quizá por eso hasta ahora lo hago, y lo disfruto tanto. Muchas otras cosas me faltó hacer en aquellos años, y en mi juventud, pensaba mientras corría con el agua escurriendo por mi rostro. Por eso nunca hay que quedarse con las ganas, porque a las ganas siempre les gusta quedarse.

Sin exagerar, me crucé con no más de 20 corredores en todo el trayecto de más de dos kilómetros. Fuimos poquísimos, pero a todos se nos alcanzaba a distinguir una ligera aunque contundente sonrisa, incluso a los que iban cubiertos con su capucha impermeable.

Correr bajo la lluvia es una oportunidad de hundirte en un mar de pensamientos insólitamente serenos, de sumergirte en un lago interno de difícil acceso en la cotidianeidad, de limpiar las culpas, refrescar las ideas, de hidratar los anhelos más puros, de quitarte la sed.

Es la posibilidad de profundizar.

No importa la edad, el sexo, la personalidad, el oficio o la profesión, no importa quien sea usted: salga a la calle, cierre el paragüas, vea llover, mójese, empápese, ensúciese, quítese lo acartonado, siéntase estúpidamente rebelde, por más ridículo que se mire y aunque se le corra el maquillaje.

Es una buena sensación (correr y) dejar atrás el mundo mientras llueve.

Estoy en FBTwitter, IG y LinkedIn como @FJKoloffon. Y trabajo en La Novelería y en Koloffon Eureka.

Texto publicado en el periódico El Universal.


comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *